Viviendas prefabricadas: un mercado con un auge y una evolución notable

Prácticamente todos los días vemos en los diarios o en los informativos noticias alarmantes sobre la baja natalidad, sobre el alto paro juvenil, casi pegadas al encarecimiento continuo del precio de la vivienda, y lo complicado que es acceder a una a día de hoy. Ambas noticias acaban relacionándose ante la imposibilidad de muchos jóvenes por acceder a una vivienda en la que poder formar una familia. La falta de estabilidad económica y laboral que sufren la mayoría de ellos les impide alcanzar ese sueño, porque además, las casas suelen estar muy caras… o al menos las tradicionales.

Ante el problema del encarecimiento de la vivienda y de la necesidad de buscar alternativas más allá del alquiler, las casas prefabricadas se están convirtiendo en una nueva forma de acceder a una vivienda mucho más económica y con todos los lujos y detalles que desearíamos. Después de décadas de mejoras y perfeccionamiento, finalmente estas casas están a la altura de lo que uno podría esperar de una buena vivienda, siendo construidas a través de módulos que no tienen nada que envidiar a los de una vivienda tradicional, con toda la seguridad y la calidad que uno necesita para su hogar.

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Características de una casa prefabricada

Lo más importante dentro de una casa prefabricada es que se puede levantar en muy poco tiempo, y no necesita meses de construcción detrás, sino apenas unos pocos días. Existen casas prefabricadas de todo tipo de materiales, desde la madera al PVC, pasando por el metal y el hormigón, que son las más resistentes aunque también suelen ser las más caras. Este tipo de casas están diseñadas por módulos y se pueden crear casi sobre la marcha, al gusto del cliente. Tal vez no son tan fuertes como las tradicionales, aunque algunas ya han llegado a ese punto, pero en condiciones normales aguantan sin problema décadas en pie.

Son además casas que suelen construirse de una manera muy respetuosa con el medio ambiente. Se debe tener, eso sí, un terreno dispuesta para ellas, y lo habitual es que no superen las dos plantas, algo que puede ser una desventaja para muchos. Sin embargo, su precio económico las hace muy atractivas y las han convertido en una auténtica alternativa para las casas tradicionales, más caras e inaccesibles. Así suele ser al menos en general, porque también hay casas prefabricadas con precios muy altos, porque son construidas con materiales más duraderos y con acabados de mayor calidad. Lo importante sobre todo es que son totalmente personalizables al gusto del cliente.

Son más económicas: una de sus principales ventajas

Las casas prefabricadas son un sector ya antiguo, aunque es cierto que hasta hace una década no han empezado a tener tirón al menos en nuestro país, ya que la gente aquí las ve como casas menos resistentes. Su bajo precio, sin embargo, ha sido determinante para que muchos les den una oportunidad, especialmente cuando el precio de la vivienda ha terminado por las nubes y no había muchas más alternativas. Una casa prefabricada con buenos materiales de construcción y acabados de calidad puede costar en torno a un 30% más barata que una casa tradicional con esas mismas condiciones, y esto es algo que ha hecho que muchos se interesen por este mercado.

Y es que es cierto que todavía hay cierto temor a pensar que estas casas no son “cómo las tradicionales”, aunque sus materiales de construcción se han ido perfeccionando y ofrecen además otras ventajas importantes con respecto a las casas de siempre. Es un mercado que está todavía despegando, y es que a pesar de ser más económicas, estas casas exigen un desembolso importante en muchos casos, y cuando hay tanto dinero de por medio no resulta sencillo, ni mucho menos, tomar una decisión al respecto. Lo mejor es informarse por completo sobre todo lo que ofrece este sector y compararlo con el de las viviendas tradicionales.

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Diseño a la medida del usuario

Otra de las ventajas esenciales de este tipo de casas es que, al ser construidas a través de módulos, pueden adaptarse por completo al deseo de los compradores, que podrán diseñarla a su entero gusto y a tenor de sus necesidades, en caso de tenerlas. Ese diseño a medida es poco convencional en las casas actuales, incluso en las nuevas, ya que se suelen vender una vez construidas, ya planificadas. Hay que ir buscando aquella que se adapta a lo que queremos, aquella que se acerca a lo que realmente necesitamos.

La elección de prácticamente cualquier aspecto de la casa también es un punto a favor. Todo dependerá de nuestro presupuesto, claro está, pero es muy fácil entender a través de los módulos y los materiales cuanto nos va a costar nuestra vivienda una vez construida, sin que eso supongo un extra por sobrecostes, algo bastante habitual, por desgracia, en muchas casas que se construyen desde cero. Es cierto que este tipo de viviendas prefabricadas también tienen sus propias limitaciones, pero en la relación calidad/precio es indiscutible que salen ganando por bastante diferencia.

Diferencias entre una casa prefabricada y una casa ordinaria

La principal diferencia entre una casa industrial y una ordinaria es el sistema y el modo de construcción de una y de otra. Mientras que la tradicional suele tardar varios meses en levantarse y estar terminada, la industrial sencillamente necesita tres o cuatro semanas a lo sumo, dependiendo de la dificultad de su diseño y de los materiales escogidos. La posibilidad de escoger prácticamente cada detalle también es importante en las casas prefabricadas, algo que cada vez es más complicado con las ordinarias o tradicionales.

Todo lo anterior influye en el precio, que es muy inferior en las prefabricadas. La calidad también lo sería, en principio, aunque como decimos en los últimos tiempos este tipo de casas han evolucionado bastante hasta ofrecer mucha más calidad en su construcción y materiales, equiparándose a las tradicionales. La eficiencia y sostenibilidad de las prefabricadas también puede considerarse mayor, puesto que están diseñadas precisamente para ahorrar el máximo de energía posible y aprovechar la luz o la temperatura de la casa al cien por cien.